HATRED (ODIO)

Català

FICHA TÉCNICA INDICACIONES PARA EL PROFESORADO GUÍA DIDÁCTICA FICHA DE TRABAJO

FICHA TÉCNICA

Título original: Hatred
Dirección: Mitzi Goldman
Guión: Mitzi Goldman
Fotografía: Erika Addis
Música: Sandy Evans
Producción: Rosemary Bligh, Mitzi Goldman, Australia, 1996.
Montaje: Denise Haslem
Sonido: Paul Finlay
Duración: 56 minutos

 

 


INDICACIONES PARA EL PROFESORADO


Sinopsis

¿Y si alguien considerara el sentimiento de odio como norma de vida? Con esta pregunta, Mitzi Goldman inicia su film, que se presenta como una indagación sobre el odio, sobre las causas y las motivaciones de este sentimiento tan tendido que parece formar parte de la naturaleza humana. A través de entrevistas a gente muy diversa, va descubriendo las diferentes formas sociales y políticas en las que cristaliza este sentimiento humano. El itinerario de esta indagación se inicia mediante sus vivencias como mujer, hija de judíos alemanes, y por lo tanto consciente de un odio histórico que sitúa en relación a las diversas manifestaciones actuales que lo revalidan. Este arriesgado ejercicio sobre sus vivencias es el punto de partida para descubrir las diversas manifestaciones sociales del odio y sus formas de enmascararlo. Al margen de cualquier valoración moral, Mitzi Goldman propone un compromiso intelectual entre la identidad, personal y colectiva, y la aceptación del alteridad.

Objetivos pedagógicos

Procedimientos

Actitudes

 

 


GUÍA DIDÁCTICA

El documental de Mitzi Goldman indaga sobre las causas y las motivaciones del odio, un sentimiento tan extendido que parece formar parte de la naturaleza humana. Como afirma el profesor de psiquiatría entrevistado en el film, todos tenemos experiencia del odio como sentimiento que forma parte de nuestro mundo emocional. Pese a esta universalización, pocas veces se reconoce como sentimiento propio y la tendencia más generalizada es identificarlo en las conductas de los otros.

Mitzi Goldman inicia su investigación con una pregunta clara y directa: ¿Y si alguien considerara el sentimiento del odio como norma de vida? Esta consideración puede parecer muy alejada de las vivencias cotidianas de la mayoría de la gente, pero a lo largo de las entrevistas se muestra como se implican los sentimientos individuales y las formas sociales de los conflictos. El interés y la virtud del film se centra en los estrechos lazos que establece entre los sentimientos individuales y las formas impersonals del odio, representadas en determinados acontecimientos sociales actuales, como la muerte de un joven negro en unos enfrentamientos con la policía, y en determinados episodios de la historia de nuestro siglo, como el holocausto judío.

Ciertamente, tal y como se expresa en el film, es mucho más fácil excluirse de las formas sociales y juzgar los hechos desde fuera que indagar en el interior de nosotros mismos. Este arriesgado ejercicio de introspección guía el trabajo de la realizadora, que se explicita sin disfraces en la construcción discursiva de la película. La exigencia de reconocimiento de los sentimientos propios es la guía conductora de su trabajo, que borra la falaz separación que usualmente se establece entre el ámbito público y el ámbito privado, para determinar la importancia de las experiencias vividas.

A través de las diversas opiniones y testigos recogidos en las entrevistas, Mitzi Goldman elabora un discurso que utiliza como criterio de verdad la relación entre las vivencias personales y los hechos sociales, criterio que se extiende también a la valoración de su trabajo como realizadora del documental. El documental, que es un género cinematográfico, se instituye como potenciación de las capacidades del cine para abrirse al mundo real, empírico, al mundo en qué vivimos. Esta capacidad del cine como vía de conocimiento de la realidad que nos rodea se ha definido de un modo objetivo en relación al cine de ficción, que expresa una voluntad explícita de crear un mundo imaginario. Esta dicotomía entre ficción y documental se ha extrapolado al binomio objetividad y subjetividad, que establece criterios para valorar el trabajo del realizador y la realizadora. Mitzi Goldman invalida este criterio al mostrar las implicaciones individuales de los sentimientos en cualquiera tipo de formulación de los conflictos sociales. Determinadas formas de identidad nacional o actitudes racistas se presentan como respuestas colectivas al sentimiento personal del odio, a las formas en qué este sentimiento ha sido vivido individualmente y utilizado socialmente.

Las imágenes del documental de Mitzi Goldman explicitan de forma clara y crítica que toda imagen es la inscripción de una mirada, tal y como nos recuerda John Berger (1). Desde el inicio del film, la voz de la directora apunta a esta subjetividad que preside la construcción de las imágenes, y a lo largo de este recorrido se implica a través de su biografía. Su profundización finaliza con el significado que tiene para ella la propia identidad como judía y con la afirmación que es más fácil odiar a otra persona que ver el odio que traes dentro. De la arriesgada opción de Mitzi Goldman, se desprende que la "más profunda opción documental está en las antípodas del frío objetivismo que muchas veces parece entenderse detrás del término documental. Nunca se trata del hecho que 'las cosas hablen por sí solas', sino de una mirada que hace que hablen, de un punto de vista que se constituye por la vía de la propia penetración de la realidad, para estimarla o rechazarla" (2).

El tipo de mirada que Mitzi Goldman construye nos implica como espectadores y espectadoras en la realidad que nos muestra. La ética de su perspectiva supera la moralidad, tal y como indica al inicio del film citando a Nietzsche; su reflexión no supone juzgar pasivamente a los otros, sino promover una autoreflexión que no nos excluya de la brutalidad que podemos observar en las imágenes que se intercalan a lo largo de las entrevistas. La actitud defensiva, que muchas veces adoptamos ante la violencia que nos muestren las imágenes, se ve favorecida, según Mitzi Goldman, por los medios de comunicación, que convierten en espectáculo las diversas manifestaciones de violencia que se producen en todo del mundo.

La violencia convertida en espectáculo actúa como catarsis de nuestros sentimientos de odio que momentáneamente parecen desaparecer bajo el rechazo moral de los hechos. Pero, como nos indica el film, el odio surge de nuevo cuando se pone énfasis en el rechazo, que se convierte en motor de nuevos prejuicios generadoros de este sentimiento. Como apunta uno de los entrevistados, es fácil asumir el odio cuando escuchamos las noticias y se habla, por ejemplo, de las víctimas de un atentado hecho por algún grupo de fundamentalistas islámicos. La compasión que sentimos puede convertirse fácilmente en el justificante de nuevos prejuicios, generadores de nuevos odios. Rechazando los hechos sin considerar el efecto emocional que provocan, podemos sencillamente llegar a odiar a todos los musulmanes, y, con este sentimiento, hacer crecer los prejuicios sobre una determinada cultura o raza. Con este ejemplo, y muchos otros que se expresan a través de las opiniones de la gente entrevistada en la película, constatamos que las vivencias y los sentimientos se producen vinculados a unas determinadas formas discursivas o visuales, dominantes en un determinado contexto social.

Mitzi Goldman utiliza la cámara como instrumento de análisis y de reflexión para describir las diversas formas con qué se expresa el odio, formas que muchas veces se esconden en las justificaciones de unos ideales políticos o de una necesaria memoria histórica, como en el caso de los conflictos entre israelíes y palestinos. Como judía que tiene sus orígenes familiares en el tiempo del III Reich, Mitzi Goldman relaciona el odio con su identidad cultural y trata de encontrar su sitio dentro de la memoria colectiva del holocausto y del presente del Estado de Israel. Su investigación sobre el odio se convierte en un cuestionamiento de su identidad, de las formas con las que ésta le ha sido transmitida, familiarmente y socialmente. Esta búsqueda se convierte en un doloroso camino entre la memoria y el olvido. El deber de la memoria, que le imponen los hechos del pasado al valorar los conflictos entre palestinos y israelíes, se transforma en el deber del olvido para poder conjugar todos los tiempos: el pasado como regreso, el presente como instante y el futuro como comienzo.

"La memoria y el olvido son solidarios y necesarios, los dos, para la ocupación completa del tiempo" (3). La reflexión de Mitzi Goldman se inscribe también en la problemática relación que se ha establecido entre los sentimientos y la razón a lo largo de la historia del pensamiento (4). Algunos sociólogos han apuntado como característica de nuestro tiempo la afirmación del odio como pasión política que no se deposita en ningún objeto concreto (5).

Analizando las líneas de fuerza y las pasiones que atraviesen nuestras sociedades, se afirma como característica de nuestro tiempo la atonía de las pasiones políticas bajo la cual se alimentan violencias singulares que esconden su odio. Baudrillard advierte que estas formas de odio pueden desencadenarse de forma incontrolada, sin un motivo o una finalidad elaborada. Este nuevo virus del odio, segun afirma, puede contaminar amplias capas de la población aleatoriamente, tal y como existen determinadas "contaminaciones informativas" que provocan inesperadas reacciones en cadena.

La propuesta de Mitzi Goldman es similar en algunos aspectos, con respecto a la extensión invisible del odio, pero niega la supuesta apatía de los sentimientos políticos en la gente. Cuando reflexiona sobre las consecuencias que puede tener afirmar la propia identidad a partir de la exclusión del otro, Mitzi Goldman abre la reflexión política a nuevos espacios antes considerados personales, como es el terreno de los sentimientos. A través de su cámara, la comprensión del odio se convierte en un ejercicio de reconocimiento de los propios afectos a partir de los sentimientos de los otros. No hay identificación como mecanismo de implicación del espectador y de la espectadora en las imágenes, sino distancia crítica que permite formular nuevos interrogantes sobre estos sentimientos para romper los estereotipos sociales y culturales que los esconden. Su análisis crítico no consiste en sustituir unos criterios ideológicos por otros, sino en formular las preguntas necesarias para poder reconocer el odio en las formas más banales y cotidianas de la vida.



NOTAS

(1) John Berger. El sentido de la vista. Madrid: Alianza Forma, 1995 . (volver)

(2) José Enrique Monterde. La ética de la mirada. El siglo del cine. Barcelona: Centro de Cultura Contemporánea, 1995 . (volver)

(3) Marc Augé. Las formas del olvido. Barcelona: Gedisa, 1998. Para ampliar información sobre la memoria del holocausto y la identidad judía: Steiner, George. "Totem o tabú". Pasión intacta. Madrid: Siruela, 1997. Agamben, Giorgio. Ce qui reste d'Auschwitz. Pares: Payot-Rivages, 1999. Weinrich, Harald. Leteo. Madrid: Siruela, 1999 . (volver)

(4) Bodei, Remo. "La razón de las pasiones". Otra mirada sobre la época. Francisco Jarauta (Eds). Murcia: Publico. Universidad, 1994. Bodei, Remo. Geometría de las pasiones. México: Fondo de Cultura Económica, 1995 . (volver)

(5) Jean Baudrillard. "La Haine: une ultime reaction vitale"; a Magazine Litteraire, julio y agosto de 1994 . (volver)


Propuesta de actividades

 

 


FICHA DE TRABAJO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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