LA ESTRATEGIA DEL CARACOL



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FICHA TÉCNICA INDICACIONES PARA EL PROFESORADO GUÍA DIDÁCTICA FICHA DE TRABAJO


FICHA TÉCNICA

Dirección y producción: Sergio Cabrera (Colombia, 1994)
Guión: Humberto Dorado, a partir de una historia de Sergio Cabrera y Ramón Jimeno
Fotografía: Carlos Congote
Música: Germán Arrieta
Diseño de producción: Enrique Linero y Luis Alfonso Triana
Montaje: Manuel Navia y Nicholas Wentworth
Reparto: Frank Ramírez (Romero), Fausto Cabrera (Don Jacinto), Sain Castro (Justo), Ernesto Malbran (Lázaro), Víctor Mallarino (Doctor Holgun), Luis Fernando Munera (Gustavo Calle), Humberto Dorado (Victor Honorio Mosquera), Florina Lemaire (Gabriel / Gabriela), Gustavo Angarita (Fray Luis), Vicky Hernández (Doña Eulalia), Edgardo Román (Juez Díaz).
Duración: 107 minutos.

 

 

INDICACIONES PARA EL PROFESORADO

Sinopsis

Los vecinos de uno de los barrios más pobres de la ciudad colombiana de Bogotáluchan para evitar el derribo de la casa dónde viven, propiedad de un millonario sin escrúpulos. Defendiendo el edificio contra jueces y policías, planean una original estrategia ideada y dirigida por Don Jacinto, un viejo anarquista español. La lucha contra los especuladores y los corruptos está perdida antes de empezar, pero los vecinos están dispuestos a hacer lo que sea para defender su dignidad.

Objetivos pedagógicos

Procedimientos

Actitudes

 

 


GUÍA DIDÁCTICA

 

Una patraña sobre la solidaridad y la fuerza de las ideas

Sergio Cabrera (Medellín, 1950), define La estrategia del caracol como una patraña sobre el sentido de la libertad y la solidaridad humanas. Convencido de que el cine tiene en sus manos la posibilidad de ayudar a rescatar el concepto de lo romántico - "el cine puede ayudar a acariciar la utopía" dice el director -, Cabrera cree en la posibilidad de conseguir un mundo mejor y más justo, en la esperanza del trabajo conjunto de las personas por un objetivo común. No se trata de una utopía absurda, de un deseo imposible que se agota en sí mismo. Al adoptar la forma de una patraña, La estrategia del caracol no juega ninguna otra carta que no sea la de la alegría de vivir, dando un tono optimista a la visión de la pobreza en el Tercero Mundo y confiriendo una capa desmitificadora y de un profundo sentido del humor a los discursos sobre el cambio social y las luchas de clases.

La historia de la película, de hecho, se reduce a una mera anécdota argumental de carácter inverosímil y exagerado, próxima al universo del "realismo mágico" tan característico de la literatura y también del cine de Latinoamérica (1). La imposibilidad que los inquilinos de una casa puedan trasladarla pieza por pieza, mueble por mueble, pared por pared, en unos pocos días (ni con tres meses ni con un año) es subrayada al primer envite, al inicio del film: uno de los protagonistas del desalojo, Gustavo Calle, un culebrero, incansable y brillante contador de historias no necesariamente verídicas, explica la historia de La estrategia del caracol seis años tras los hechos, durante otro desalojo. La película adopta de este modo una estructura de flash-back, de viaje al pasado, que convierte la historia y sus protagonistas en un mito, en una clase de leyenda teñida de la más genuina épica popular. Sergio Cabrera lo explica en el press-book del film: "Un grupo de cien personas no se puede llevar una casa en un mes, ni en tres meses ni en un año, y todavía menos con una grúa. La película está hecha de tal modo que esto parezca posible. Esta es una de las razones por las cuales decidí utilizar el personaje del narrador, que es un culebrero, un hombre que tiene fantasías. Él es quien explica la historia y nosotros vemos lo que explica pero la historia no tiene porque ser exactamente real".El director utiliza este recurso narrativo para dotar a la película de un fuerte carácter simbólico: en seis años, nada ha cambiado, las condiciones de vida a la ciudad de Bogotá (y a cualquiera otro ciudad del mundo) siguen siente tanto o más duras que antes y los desalojos continúan. Este enfoque hiperbólico juega siempre a favor de la película, que en ningún momento pierde de vista su estrecha vinculación con la realidad colombiana, planteando temas de grande importancia social como las duras condiciones de vida a las grandes ciudades, divididas en barrios ricos y pobres, zonas ricas e industrializadas y zonas subdesarrolladas, o la supeditación del poder a los más oscuros intereses de la economía capitalista.

El argumento, de hecho, está inspirado en una noticia aparecida en un diario de Colombia: la burocracia y la justicia colombianas van tardar tanto tiempo en efectuar el desalojo de un inmueble que cuando al juez llegó descubrieron que la casa ya no existía, que hacía tiempo que se había hundido. A partir de esta idea, el director y el guionista Humberto Dorado construyen y articulan un mosaico de personajes de diferentes clases sociales, ideologías e ideas políticas que, por su riqueza y profunda humanidad, se constituyen en representaciones simbólicas perfectamente extrapolables a cualquier otra época y sitio del mundo. El conjunto de los arrendatarios de la casa desahuciada se convierte así no sólo en un microcosmos que reproduce la problemática social y política real de Bogotà sino también la de otros ciudades, latinoamericanas o no, afectadas por reformas urbanas de las zonas antiguas.

En medio de este universo de personajes destaca de manera especial el viejo anarquista español Don Jacinto (interpretado por Fausto Cabrera, padre del director), que guarda la bandera de la C.N.T. y tiene un cuadro del dirigente anarquista español Durruti colgado en la habitación de su piso. La escena en qué canta "A las barricadas" arriba de la grúa de madera construida al interior del patio es uno de los momentos claves del film, visualización brillante de la vigencia y la necesidad de las ideas. Para Don Jacinto primero, y después por el resto de los protagonistas, siempre hay cosas por las que luchar y la esperanza no se tiene que perder nunca. La fuerza y las ganas de vivir que transmiten todos los inquilinos del edificio es, precisamente, el elemento alrededor del cual gira toda la película: la ilusión de los personajes, situados en todo momento por encima de las duras condiciones de vida que tienen que soportar, contribuye a hacer verosímil y creïble la surrealista estrategia que deciden llevar a cabo, consiguiendo la total identificación de los espectadores con su causa. La gran variedad y riqueza de los matices que definen los vecinos del edificio que tiene que ser desalojado contrasta de manera brutal con la visión oscura y triste de la burocracia y las autoridades, simples instrumentos del poder económico atrapados en el pozo de la corrupción y la falta de escrúpulos. el ingenio y el arte de vivir de los inquilinos, igualmente, contrasta de manera brutal con la violencia, la intolerancia y los comportamientos agresivos imperantes en buena parte de la sociedad; la inutilidad de las armas y de cualquiera enfrentamiento violento es mostrado por el director en la primera escena de la película, de un dramatismo terrible, con la muerte de una niña pequeña durante los enfrentamientos entre la policía y un grupo de inquilinos que han construido barricadas y se han armado con pistolas y escopetas para impedir un desalojo.

En este sentido, el mensaje de la película no puede ser más claro: más allá del carácter simple y sencillo de la historia y de la aparente inutilidad de la estrategia pacífica y alegre de los vecinos, La estrategia del caracol es un canto a la vida, al honor y a la dignidad. La fe y la esperanza pueden mover montañas y los pasos pequeños y insignificantes - los pasos de un caracol - son los más importantes. La delirante peripecia de los inquilinos, además, guarda una cierta relación con el proceso de gestación de la película, que tardó cuatro años en ser completada satisfactoriamente por multitud de problemas económicos. Algunos miembros del equipo técnico, como el guionista Humberto Dorado, interpretan pequeños papeles en la película, y el actor Frank Ramírez también participó en algunas de las fases de la elaboración del guión.

(1) A diferencia de la literatura, el cine latinoamericano ha llegado, en el mejores de los casos, tarde y mal a España. A excepción de las obras de algunos directores de gran prestigio internacional - el argentino Adolfo Aristarain, el peruano Francisco J. Lomabardi y el mexicano Arturo Ripstein - el cine de Latinoamérica sigue teniendo, de manera incomprensible, una presencia meramente anecdòtica en nuestras pantallas. Sergio Cabrera es el único director colombiano que ha conseguido estrenar sus películas con regularidad en España: La estrategia del caracol (1993), Águilas no comen moscas (1994), Ilona llega con la lluvia (1996) y Golpe de estadio (1998), la mayoría de ellas rodadas en régimen de coproducción con otros países. En un sentido estricto, una de las únicas películas de producción totalmente colombiana exhibida comercialmente en Barcelona y Madrid con una cierta repercusión es La vendedora de rosas (1998), dirigida por Victor Gaviria. volver

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FICHA DE TRABAJO










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