Indice
1. FICHA DIDÁCTICA 2. PROPUESTAS DE ACTIVIDAD 3. RECURSOS COMPLEMENTARIOS

 

 

MARCO TEÓRICO DE REFERENCIA


El debate sobre los problemas de la agricultura y la alimentación en el mundo globalizado de nuestros días pasa necesariamente por reconocer la confrontación entre dos grandes modelos de desarrollo rural, uno de inspiración neoliberal y otro basado en la economía familiar campesina, fundamentado en la propuesta de la Soberanía Alimentaria. Ambos modelos los encontramos tanto en los países ricos como en los países empobrecidos, rompiendo con las clásicas diferencias norte/sur.

El modelo dominante de inspiración neoliberal está impulsado por las grandes empresas transnacionales de la agroindustria y basado fundamentalmente en la producción para la exportación. La lógica de esta concepción es que cada territorio debe especializarse en aquellas actividades que le permita tener ventajas comparativas en relación a otras zonas del planeta en una economía fuertemente globalizada. La prioridad de la agricultura, por tanto, será el cultivo de productos sustituibles para mercados lejanos. Para ello se requiere el uso intensivo de la tierra, el empleo de agrotóxicos, de semillas transgénicas, de maquinaria pesada, etc. La incentivación de la producción agropecuaria hacia la exportación a través de subvenciones promueve que se vendan productos alimentarios en otros mercados por debajo de los costes de producción en el lugar de origen (dumping), hundiendo las economías locales. Ante las situaciones de inseguridad alimentaria en una determinada zona o región se considera que esto no es un problema fundamental y que ya se conseguirán los alimentos necesarios de aquellas zonas donde sea más barato. En este modelo la unidad familiar campesina se convierte en un anacronismo que tiende a la desaparición por ineficiencia.

La expansión del modelo de agroindustria y agroexportación ha supuesto, de hecho, una agresión frontal contra la agricultura familiar campesina. Para buena parte de la población rural no queda otra alternativa que buscar otras fuentes de empleo, aumentando los procesos migratorios hacia las ciudades o hacia otras zonas donde puedan ser empleados como jornaleros en explotaciones ajenas. También pueden acabar trabajando en empresas maquiladoras o como empleados de enclaves turísticos, las principales industrias que se están impulsando en la actualidad en muchos países del Sur.

Frente a la agresión que supone para sus economías y formas de vida la expansión de este modelo dominante, las organizaciones rurales articuladas internacionalmente a través de Vía Campesina, han desarrollo otro modelo basado en la defensa de la Soberanía Alimentaria y de la alimentación como un Derecho Humano fundamental y no como una mercancía. En este sentido, se entiende el Derecho a la Alimentación como el acceso, individual y colectivo, de forma regular y permanente, a una alimentación adecuada y suficiente cuantitativa y cualitativamente, así como los medios necesarios para producirla, correspondiéndose con las tradiciones culturales de cada población y que garantice una vida física y psíquica digna.

Esta propuesta de la Soberanía Alimentaria nació a raíz del debate sobre cómo garantizar la Seguridad Alimentaria que se dio en la década de los años setenta en respuesta a la preocupación internacional ante la escasez de alimentos. En esa época, el concepto de Seguridad Alimentaría incluía únicamente aspectos relacionados con la producción y la disponibilidad de alimentos. Con el tiempo, fue evolucionando e incorporando nuevos componentes como son la calidad alimentaría, la adecuación nutricional o las preferencias culturales. En 1996, en la Cumbre Mundial de la Alimentación organizada por la FAO, se llegó a la siguiente definición que todavía continúa vigente:

"Seguridad Alimentaría, a nivel de individuo, hogar, nación y global, se consigue cuando todas las personas en todo momento tienen acceso físico y económico a suficiente alimento, seguro y nutritivo, para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias, con el objeto de llevar una vida activa y sana".

De forma paralela a esta Cumbre, organizaciones campesinas de distintas partes del mundo fueron diseñando un nuevo tipo de estrategia de desarrollo que realmente pudiera afrontar esta problemática y que vino a denominarse Soberanía Alimentaria. De este modo, en el Primer Foro Mundial de Soberanía Alimentaria celebrado en La Habana en el año 2001 se definió este concepto como:

"el derecho de los pueblos a definir sus propias políticas y estrategias sustentables de producción, distribución y consumo de alimentos que garanticen el derecho a la alimentación para toda la población, con base en la pequeña y mediana producción, respetando sus propias culturas y la diversidad de los modos campesinos, pesqueros e indígenas de producción agropecuaria, de comercialización y de gestión de los espacios rurales, en los cuales la mujer desempeña un papel fundamental". (Fuente: Declaración Final del Foro Mundial sobre Soberanía Alimentaria, La Habana, Cuba, 7 de septiembre del 2001. Por el derecho de los pueblos a producir, a alimentarse y a ejercer su Soberanía Alimentaria).

De este modo la Soberanía Alimentaría se considera como la mejor vía para erradicar el hambre y la malnutrición, así como para garantizar la Seguridad Alimentaría y Nutricional duradera y sustentable para todos los pueblos. Para ello se considera necesario priorizar la producción de alimentos para los mercados domésticos y locales, basados en explotaciones campesinas familiares diversificadas y en sistemas de producción agroecológicos. Implica también garantizar al campesinado el acceso y control de la tierra, el agua, las semillas, los bosques y la pesca y otros recursos productivos. Se trata, en definitiva, de favorecer el control de la comunidad sobre los recursos productivos frente a los crecientes intentos de saqueo por parte de las corporaciones privadas. Todo esto implica el impulso de políticas públicas acordes con esta estrategia. En este sentido, por ejemplo, es necesario proteger los mercados interiores del dumping. O favorecer la implementación de políticas públicas que fomenten la actividad productiva de familias y comunidades dirigidas a aumentar el poder y control local sobre la producción alimentaria para que esté enfocada prioritariamente hacia los mercados locales. Igualmente es necesario poner en marcha políticas de redistribución real y no, como ha impulsado el Banco Mundial, a través de las fuerzas del mercado. Supone también el derecho de los consumidores de acceder a alimentos sanos, accesibles, culturalmente apropiados con la gastronomía y la historia culinaria de su país, producidos localmente. (Fuente: Soberanía alimentaria: un derecho para todos. Declaración política del Foro de las ONG/OSC para la Soberanía Alimentaria, Roma, 8 - 12 de junio de 2002.)

Para una ampliación de la información aportada pueden consultarse los documentos de referencia básicos seleccionados en la sección de Recursos Complementarios.