Semanario Proceso

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No. 1105
4 de enero de 1998

La Guerra de Baja Intensidad en Chiapas abarca proyectos económicos, efectos psicológicos y manipulación de masas: CDHFBC

Guillermo Correa

La "versión mexicana" de la Guerra de Baja Intensidad (GBI) que se desarrolla en Chiapas desde febrero de 1995 es una estrategia global de contrainsurgencia que abarca aspectos económicos y psicológicos y que comprende tres frentes: el castrense, el civil, y el de la opinión pública.

La denuncia es del Centro de Derechos Humanos "Fray Bartolomé de las Casas" (CDHFBC), que en su estudio "Ni Paz ni Justicia" -en el capítulo titulado "Una aproximación interpretativa: Aplicación del Manual de Guerra Irregular del Ejército Nacional Mexicano en la Zona Norte de Chiapas"- se dedica a desentrañar el plan aplicado contra el EZLN.

Recuerda que la estrategia tiene su origen en el conflicto entre Estados Unidos y Vietnam, y que esta "guerra sucia" -como también la llama el organismo fundado por el obispo Samuel Ruiz García- fue aplicada exitosamente en Guatemala, El Salvador y Nicaragua, así como en Angola y Etiopía.

En el frente castrense, dice, la GBI aplicada en Chiapas implica que "las Fuerzas Armadas no deben causar excesivo dolor a la población civil, o si lo causan, deben procurar que no haya reacciones populares adversas".

En el frente civil, se propone "reclutar todos los apoyos civiles que la estrategia contrainsurgente requiere. Como se trata de quitar apoyo popular a los rebeldes, la contrainsurgencia debe ganar la mente de la población civil".

Y en el último, que es el frente de la opinión pública, "las Fuerzas Armadas involucradas en labores de guerra irregular deben cuidar su imagen, denigrar al enemigo y cercar y destruir todo potencial aliado del mismo".

Esencial para el estudio del CDHFBC fue el análisis que hizo del tomo segundo del "Manual de Guerra Irregular / Operaciones de Contraguerrilla o Restauración del Orden", distribuido hace casi tres años por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) a todos sus jefes y oficiales.

Según el Centro, la aplicación de la GBI ha generado en las instituciones militares y en el aparato civil la formación de "fuerzas de élite, comandos especiales, grupos de alto rendimiento, fuerzas de desplazamiento rápido, y la revalorización de los elementos civiles y religiosos en la lucha ideológica".

Asegura que la creación de unidades de despliegue rápido son ya un hecho en México y que operan en Chiapas. "Un informe secreto del Pentágono norteamericano revela que el Ejército Nacional Mexicano (ENM) adquirió aviones de espionaje Cóndor para observar y localizar tropas enemigas. Esta información es esencial, según el coronel Fletcher Ware, de Estados Unidos, para instrumentar operativos quirúrgicos. La idea central de éstas y otras nuevas unidades es relevar y suplantar a las convencionales del Ejército".

Algunas de las tareas castrenses, en momentos de "calma", consisten en disminuir las unidades militares, reorganizar las unidades de combate y aumentar la capacidad de movilización local de las tropas.

Asimismo, inculcarles "una mayor sensibilidad sociopolítica hacia la población; el desarrollo de programas de contenido no militar, como ayuda humanitaria, asistencia civil, auxilio civil, construcción de caminos y puentes, etcétera; preparación de las tropas para manejar, relacionarse y utilizar los medios de comunicación; redefinición de los sistemas de inteligencia; reorientación y aumento del papel de las fuerzas de seguridad no militares (policías); y la reconceptualización del papel que tienen los desplazados y los refugiados en una lógica contrainsurgente (para quitarle bases sociales al enemigo), desarrollando en ellos acciones de la guerra psicológica".

En la Zona Norte de Chiapas, que comprende los municipios de Tila, Tumbalá, Salto de Agua y Sabanilla, la reorganización de las unidades de combate es evidente: "Cuando personal del ENM inicia labores de 'servicio social' o de 'asistencia a la población civil', las tropas cambian y se posicionan pequeños grupos en regiones nuevas distrayendo la atención pública respecto de la presencia masiva del Ejército en el estado.

"El aumento de la capacidad de movimiento se da tanto mediante el mejoramiento de las vías terrestres de comunicación como por la adquisición de modernos vehículos. En la Zona Norte los caminos han mejorado sensiblemente, y los Humbees artillados están a la orden del día. Los constantes patrullajes entre la base de la Undécima Brigada de Operaciones Mixta (11ª BOM, unidad responsable del área...) a orillas del Tulijá y el río Chinal son, en verdad, un logro logístico", establece la investigación.

Respecto del segundo frente, que según el CDHFBC incluye ayuda humanitaria, asistencia social y un proyecto económico, "indispensable para el esquema global de contrainsurgencia", el estudio indica que la estrategia de "contención y achicamiento" de las fuerzas rebeldes comprende inversiones del Grupo Pulsar, interesado en el cultivo de bambú y cítricos, concretamente en el valle y la ribera del río Tulijá.

Una idea que redondea lo anterior, explica, son las "Aldeas Estratégicas" que se establecieron en Guatemala y que en México se traducen en centros o polos de desarrollo.

"La GBI prevé desarrollar áreas o zonas bien resguardadas militarmente y mejor controladas políticamente. En su versión extrema, la GBI significaría la desaparición del campesino mesoamericano para dar lugar a una especie de farmer artificial, y la sustitución de la cultura del maíz por los cultivos de la agroexportación ligados a las trasnacionales mexicanas o extranjeras."

De igual manera, agrega, parte de este frente "civilista" depende de la integración de coordinaciones federales y estatales para el desarrollo social. Los operadores de estas agencias son civiles, y su presencia no elimina, sino oculta y complementa el carácter militar de la estrategia de desarrollo.

"Se justifica para arrebatarle banderas a los rebeldes y 'reimplantar' el Estado de derecho. Concretamente, en la región chol ya hay coordinaciones 'interinstitucionales' del gobierno federal y estatal controladas desde Palenque."

La idea de que los problemas se resolverán con proyectos productivos, continúa, está presente "en declaraciones de funcionarios estatales y federales. Y, por supuesto, en las de los líderes del grupo paramilitar Paz y Justicia. La única duda que queda es si estas personas realmente creen en lo que dicen o si son conscientes de ser portavoces del proyecto de guerra irregular del ENM. En el primer caso, serían manipulados y usados como títeres perfectamente cooptados por el aparato militar de contrainsurgencia. En el segundo, más vale no calificarles por escrito".

El Centro de Derechos Humanos advierte que desde 1996, ocho años después de sistematizada la GBI guatemalteca, surgió en Palenque una instancia productiva coordinada por Rodolfo Lobato que inclusive se denomina "interinstitucional" y que tiene varias sedes: una en Palenque, hoy coordinada por Manuel Mauricio; otra en Tila, por Ignacio García, y dos más en Ocosingo y Comitán. Tal parece, dice el organismo, que cumplirán objetivos similares a las guatemaltecas.

Por lo que se refiere a la tarea de reorientar y aumentar el papel de las fuerzas de seguridad no militares, es decir, las policías, el estudio advierte que "la militarización y el transvase de elementos del Ejército en espacios policiacos y de seguridad cada vez es mayor en todo México. En Chiapas, desde hace años, el Cuerpo de Seguridad Pública (CSP) está comandado por elementos supuestamente retirados del ENM. Actualmente, su comandante es el mayor de infantería Eduardo Sosa del Río.

"La táctica descrita posibilita una presencia constante de las Fuerzas Armadas en la seguridad pública y en las policías, cuidando al mismo tiempo la imagen institucional del Ejército. Hay múltiples testimonios de que algunos elementos de Seguridad Pública que participan en operativos violentos, como desalojos en la Zona Norte, son reconocidos en otros instantes entre las filas del ENM. Es decir -sostiene el CDHFBC-, hay tropa que cambia de uniforme para realizar operaciones sucias, manteniendo limpia la imagen del instituto armado."

Por otra parte, expone el documento, en la región chol existen desplazados perredistas y priístas, pero éstos acaparan el auxilio proporcionado por el Ejército a través de despensas, material de construcción y medicinas, en tanto que los perredistas, que suman diez veces más, son mantenidos aislados en el monte y en sus comunidades de refugio, donde son "prácticamente prisioneros de los militares mexicanos".

La finalidad, precisa, es mantenerlos separados de las fuerzas insurgentes zapatistas, pues la GBI busca acabar con las retaguardias de los movimientos revolucionarios, e inclusive desarticular el trabajo comunitario de las Iglesias, lo que explica la expulsión y traslado de sacerdotes extranjeros.

De acuerdo con los analistas del CDHFBC, el aparato civil de Chiapas manipulado por el Ejército en función de la imagen incluye recurrentes "peticiones" del gobernador Julio César Ruiz Ferro para que el ENM "continúe" sus labores de "asistencia social". Luego aparecen militares que practican consultas médicas y odontológicas, así como cortes de cabello, en las poblaciones dominadas por los grupos paramilitares. Incluso en la televisión aparecen soldados jugando a la ronda con niños campesinos.

"Los funcionarios chiapanecos organizan foros, encuentros, y usan todas las tribunas para asegurar que no hay guerra. Todas ellas son espacios paralelos a los creados por el diálogo entre el gobierno federal y el EZLN. Tienen la finalidad de generar imágenes distorsionadas en la opinión pública y de convencer de la bondad de los programas que ofrecen las autoridades. Mientras tanto, la amenaza de una operación 'rápida' o 'quirúrgica' militar se mantiene siempre presente en el horizonte, amenazante. Tal es el objetivo de la GBI: reducir al mínimo los dolores sociales (y morales) de la guerra para la opinión pública, pero mantener por siempre la espada de Damocles sobre un pueblo cada día más esclavo de la televisión".

Para el Centro Fray Bartolomé, el Ejército realiza una "guerra de desgaste" con la que evita grandes enfrentamientos y reduce sus desplazamientos. "La estrategia le permite agotar lentamente al enemigo, los campesinos indígenas. Reduce poco a poco sus recursos materiales, su entereza psicológica y sus valores espirituales. Mina la autoridad popular de sus líderes y aliados. Desgasta la habilidad política de sus cuadros. Corta y reduce el apoyo moral que pudiera generar sobre sí. Cierra las puertas a la solidaridad nacional e internacional. Todo lo anterior, mientras el régimen se mantiene a la defensiva, haciendo correr el tiempo en su favor".

Se trata de una guerra en la que "el Estado moviliza y manipula todos sus recursos mientras aparenta calma pública. No trata de eliminar físicamente al enemigo; sino socavarlo, deslegitimarlo, aislarlo, hasta que deje de ser considerado una alternativa política válida y estable para el pueblo".

En sentido inverso, afirma, la GBI busca en Chiapas atraer a la población hacia las posiciones oficiales, movilizar a sus fuerzas sociales y confundir a la opinión pública, como en el fascismo europeo, por medio de la manipulación de su imaginario.

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