OCHO AÑOS DE LUCHA NOVIOLENTA EN KOSOVA


por Howard Clark.
Disponible en las páginas electrónicas del MOC Carabanchel:
http://www.nodo50.org/moc-carabanchel/ataque.htm.

Howard Clark (miembro de la Internacional de Resistentes a la Guerra/War Resisters' International) presentó este documento en un Acto sobre Kosova celebrado en el Ateneo de Madrid el 26 de mayo de 1998. Explica los antecedentes del actual estallido en Kosova: el abandono internacional al que se vio sometido el pueblo albanokosovar a pesar de haber elegido durante años la difícil senda de la resistencia noviolenta frente a las presiones del gobierno serbio. Es interesante su lectura hoy con el fin de conocer con precisión determinados antecedentes inmediatos del actual conflicto. El deseo final de Clark, en el sentido de que la noviolencia pudiera deparar un futuro halagüeño para Kosova, no se ha visto cumplido: sin embargo, más que una apreciación negativa sobre el uso de la resistencia noviolenta por parte del pueblo albanokosovar, nos gustaría pediros la reflexión contraria: por qué el coraje moral y la resistencia ética de este pueblo durante tantos años se han tenido que ver desatendidas de forma tan escandalosa por la comunidad internacional.

Voy a hablar sobre la lucha noviolenta en Kosova, orígenes, desarrollo, éxitos y limitaciones.
Hace 8 años la mayoría de los Kosovares eligieron la noviolencia no por razones pacifistas, sino por evitar la masacre de una lucha armada. Ciertamente, muchos Kosovares creen que el gobierno serbio intenta provocar una resistencia armada con el fin de justificar una escalada de su propia violencia.

Los mineros protagonizaron la primera campaña noviolenta en 1988 tras la expulsión de dos líderes electos del gobierno provincial. Su punto más álgido se dio en febrero del ochenta y nueve. Mil doscientos mineros permanecieron 8 días en huelga de hambre en sus pozos, en los niveles 11 y 12. Tras las visitas de Milosevic y otros líderes serbios, se les prometió que serían restituidos, una promesa que, por cierto, no se cumplió.

Como sucediera en el Este de Europa en los 80, el punto clave de la estrategia noviolenta consistía en encontrar espacios sociales en los que organizarse sin demasiado riesgo de represión. Las masivas manifestaciones noviolentas de enero del 90 ocasionaron la muerte de al menos 35 kosovares desarmados.

Tras estos hechos la prioridad se centró en evitar la represión violenta y así se convirtieron en algo que podríamos llamar "semi-resistencia". Por ejemplo, después de los asesinatos guardaron dos días de luto, los conductores hicieron sonar los cláxones y las fábricas las sirenas durante dos horas. En otras ocasiones se apagaban las luces de las casas o se sacaba velas a las ventanas.

Durante los años de la autonomía, lograda en 1974, se dio un importante despertar cultural -crecieron los niveles de educación bajando los índices de analfabetismo. A finales de los 80 nacieron nuevos movimientos sociales: de jóvenes -70% de la población menor de 30 años-, de sindicatos independientes, de mujeres; movimientos que deseaban formar parte de Europa.

Cuando Yugoslavia se encontraba al borde de la desintegración y de la guerra, comenzó la más extraordinaria de las campañas: no se trataba de ir en contra de Serbia. Estaba dirigida a reformar la sociedad albanesa kosovar, tratando de reconciliar las "disputas u odios de sangre".

De los años 1990 a 1992 se celebraron ceremonias públicas -una de ellas con cien mil participantes- en las que el cabeza de cada familia en la disputa daba su juramento para terminar con las matanzas. De esta manera, se reconciliaron unas 2.000 familias, y miles de personas, amenazadas por venganzas, pudieron salir de sus casas sin miedo a ser asesinados. Nos encontramos que en este periodo (90 - 92) en Kosova se estaba llegando a una nueva forma de auto-entendimiento en torno a la noviolencia.Al mismo tiempo comenzaban a recibir, de pleno, el peso de la represión serbia, dirigida a destruir sistemáticamente cualquier foco de resistencia. Hablaré sobre la represión y sobre la forma autogestionada de responder a la misma, relacionado con los trabajadores, con el sistema educativo y con el sistema médico.

El poder más efectivo de la noviolencia es el de la no-colaboración, particularmente cuando los trabajadores retiran su fuerza laboral. Serbia resolvió el problema con despidos masivos. Tras la pérdida de la autonomía más del 70 % de los albaneses -unos ciento treinta mil- fueron despedidos. Miles de ellos abrieron sus propios pequeños negocios, dedicados en su mayoría al comercio o a los servicios, ninguno a la producción. El desempleo actual es inmenso y la economía kosovar necesita importar de Serbia alimentos por un valor neto de 85 millones de pesetas al día. La autogestión no ha encontrado la forma de prescindir de esta dependencia.

El ataque serbio contra la educación es especialmente importante por el alto índice de jóvenes. En el año 90 el gobierno serbio, prohibiendo la enseñanza en albanés, impuso un único curriculum para toda Serbia -los profesores y profesoras albaneses rechazaron este curriculum serbio y durante un curso realizaron su trabajo sin recibir ningún salario. A raíz de este hecho, la policía les expulsó de los centros de secundaria y esto dio lugar al nacimiento del aspecto más singular de la lucha noviolenta -el sistema paralelo de educación. Desde cualquier tipo de edificio que se les ofrezca -generalmente garajes, casas vacías, etc.- han conseguido mantener la escolarización de más de doscientos cincuenta mil alumnos y alumnas, y una universidad paralela para unos dieciséis mil estudiantes. Esto da empleo a unos diecinueve mil profesores y profesoras. Sus salarios se recaudan por medio de un sistema de impuestos voluntarios -la mitad pagado dentro de Kosova y el resto es aportado por la diáspora albanesa.

La Educación paralela implica cientos de pequeños actos de resistencia cotidiana. Cada persona que recoge los impuestos voluntarios, cada profesor o profesora, cada alumno o alumna se enfrenta a permanentes acosos policiales. A pesar del despliegue, es necesario reconocer que el sistema no cubre todas las necesidades sociales. Las centros escolares se encuentran masificados, con un mínimo de instalaciones; muchas aulas no cuentan siquiera con mesas para el alumnado, y si organizan alguna actividad fuera de los edificios probablemente se encontrarán con la intimidación policial.

La política de salud del gobierno serbio consistió en despedir a todos los empleados sanitarios kosovares albaneses. A partir de entonces, las consultas médicas -para todas las étnias- se realizaban en lengua serbia. Como respuesta a esta represión, se crearon las Clínicas de la Madre Teresa, nombradas así por ser ésta de nacionalidad albanesa. De las dos clínicas creadas en 1993 han llegado a 75, dando atención a más de dos mil quinientos pacientes por día. Únicamente existe una clínica de maternidad, las demás ofrecen sólo atención primaria.

Los logros de la autogestión kosovar frente a la represión serbia son enormes. Lo más importante es que han hecho posible que la mayoría de albaneses siga viviendo en Kosova a pesar del intento del gobierno serbio para que abandonen el país. Sin embargo, este alto nivel de autogestión conseguido está acompañado de una cada vez mayor falta de esperanzas de la población.

¿Por qué tienen esta falta de esperanzas? Primero, por las dificultades y frustraciones de la vida cotidiana. Segundo, los kosovares no cuentan con medios de influencia o presión sobre Belgrado, no reciben apoyo ni de la oposición serbia ni de gobiernos extranjeros. En Belgrado hay muy pocos grupos que denuncien la violación de los derechos en la zona. Internacionalmente, la respuesta ha sido clara, apoyan la restitución de los derechos, pero sólo dentro del contexto de la federación yugoslava. La opción de insistir en negociaciones sin precondiciones no se ha tomado con seriedad, tampoco la búsqueda de algún acuerdo transitorio que permitiera dar comienzo a las negociaciones. Al dejar a Kosova fuera de los Acuerdos de Dayton, el mensaje final llegó claro: ellos no eran una prioridad para la agenda mundial.
El tercer grave problema es la falta de dinamismo en el liderazgo. El debate entre las dos líneas de la noviolencia, la pasiva, centrada en mantener las estructuras paralelas mientras se busca apoyo internacional, y la activa, está provocando un intenso debate. Hasta 1992, todos los partidos albaneses participaban de un Consejo de Coordinación basado en el consenso, lo que hacía que los partidos vinculados con los nuevos movimientos sociales fueran más influyentes y hubiera un mayor pluralismo.

Después de las elecciones kosovares de 1992 y tras la aplastante victoria de la Liga Democrática de Kosova (LDK), con la elección de su líder Ibrahim Rugova como presidente, se produjo la marginación de los grupos más innovadores. La LDK comenzó a funcionar como partido único monopolizando la vida política. Rugova no se ha arriesgado a convocar ninguna reunión del parlamento elegido en 1992 y ha parado todo intento de protestar en las calles entre octubre del 92 y el 96 temiendo que estos hechos pudieran resultar una provocación. Cuando los estudiantes quisieron manifestarse en septiembre del 96, Rugova les persuadió para que esperasen a la entrada en vigor del acuerdo que había firmado con Milosevic sobre la vuelta a las aulas estatales. En 1997, los estudiantes lo intentaron de nuevo, y una vez más Rugova les conminó a que no las realizaran; esta vez los estudiantes desoyeron sus palabras. Se mostraron a favor de una noviolencia activa y así dieron comienzo a una serie de protestas -primero sumándose a los paseantes en las zonas de paseo por el centro de Prishtina, y después con otras marchas y manifestaciones tanto en la capital como en otras ciudades.

Puedo hablar de cuatro características de la noviolencia activa:
1. La disponibilidad para arriesgarse a las consecuencias de la confrontación noviolenta, por ejemplo a la hora de convocar al Parlamento Kosovar o al organizar manifestaciones.
2. La revitalización de la sociedad civil en Kosova, y en particular la movilización de más gente en proyectos de desarrollo social, tanto en pueblos como en ciudades.
3. El intento continuado de relacionarse con aquellos grupos de Serbia, Vojvodina o Montenegro afines a la lucha kosovar.
4. La disposición para explorar las diversas alternativas posibles para el status de Kosova.
El punto tercero -las relaciones con aquellos grupos serbios afines- es en este momento menos popular que nunca en Kosova, dado el mayoritario apoyo serbio a sus fuerzas policiales y militares que están interviniendo en la zona. El papel de los grupos pacifistas de cualquier parte del mundo consiste en darles apoyo e insistir en la necesidad de la desmilitarización de Kosova y en la conveniencia de la mediación internacional sin precondiciones.

La situación desde los recientes ataques en Drenica ha vivido algunos cambios dentro de la LDK. Las elecciones kosovares del 22 de marzo pasado les confirmaron como partido dominante, con Rugova como presidente.
Esta vez, un Consejo formado por todos los partidos ha coordinado las protestas relacionadas con Drenica, resultando ser muy imaginativas:
- mujeres que llevan barras de pan para dar de comer a la hambrienta población de Drenica, o que solicitan un divorcio pacífico de Serbia.
- Las personas de religión Católica llevando fotografías de Madre Teresa, recordando al mundo que ésta no es la situación creada por un grupo de musulmanes fundamentalistas.

Así ha renacido la clase de semi-resistencia que he mencionado anteriormente y que se dio en 1990 cuando, cada día, a las 12:30, la gente salía a la calle a pasear, durante media hora, simplemente como un signo de que permanecen unidos, que no se sienten intimidados.
Rugova ha nombrado un grupo asesor formado por 15 personas, para intervenir en el caso de que se convoquen negociaciones. No presenta grandes cambios en el tema patriarcado -sólo hay una mujer en el grupo, pero sí incluye al presidente del sindicato de estudiantes y a un número de críticos ajenos al LDK y otros de dentro.

La violencia del mes de marzo convirtió en noticia, por unos pocos días, la situación en Kosova. Ojalá que la noviolencia pueda traernos, en un futuro, mejores noticias.

Howard Clark, 30 de abril de 1998.

   
 
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