Fechas de aniversario para

UN HISTORIAL DEL DIÁLOGO DE PAZ

El mes de febrero acumuló los aniversarios. En 1997, el 9 de febrero marcó el segundo año de lo que el EZLN llama "la traición", los periodistas " el golpe", y será para los historiadores la fecha de la ruptura del Diálogo de la Selva. El 16 cumplió un año el primero de los Acuerdos de Paz, el que concluyó la Mesa I de San Andrés sobre Cultura y Derechos Indígenas, firmado pero incumplido (alentó para los pueblos originarios sus derechos colectivos a : Autonomía, representación política, sistemas normativos de justicia, educación pluricultural, y acceso a medios de comunicación). Por último, el 22 fue ya el tercer aniversario del Diálogo de la Catedral.

Si bien la secuencia de esas tres fechas sigue el orden del mes de febrero, enreda la memoria porque mezcla los años en el desorden: llevamos ya tres años de conflicto no resuelto, tres años de búsqueda terca y atormentada de una salida política, que no militar; también tres años de tregua frágil pero no rota, que son un hito en los anales de los movimientos armados; tres Diálogos que fueron sucesivamente aquellos de la Catedral, de la Selva, y de San Andrés (el primero y el segundo fueron rotos, y el tercero se ha suspendido). Pese a su historia accidentada, la que afortunadamente no fue fatal, los tres Diálogos son las tres etapas de un largo y obstinado proceso de paz. Aquí va el memorial de tres años de carga histórica para el devenir del país.

LOS TRES DIÁLOGOS Y SUS CRISIS.

Todo empezó con el Diálogo de Catedral, del 22 de febrero al 2 de marzo de 1994, apenas 53 días después de iniciado el conflicto armado, lo que es otro récord histórico. Así como la dignidad chiapaneca había nacido pacíficamente en la iglesia San Sebastián de Comitán cuando el Grito de Fray Matías de Córdoba el 28 de agosto de 1821, así se abrió "la Catedral de la Paz" como templo no confesional del Diálogo. El recinto, en ambos casos, subrayaba el carácter moral, ético, del proceso que se encaminaba, cual una causa sagrada, la de la conciencia cívica y de los medios políticos para enfrentar el peligro de la violencia con la fuerza de la razón.

No era una negociación todavía, sino solamente un diálogo que se formalizó en un "protocolo" firmado por sus tres actores en este orden: el EZLN, el Comisionado a la Paz Camacho, y el mediador D. Samuel. Pero tuvo miles de testigos: un cinturón militar, los cinturones de la Cruz Roja y de 287 ONGs de todo el país, y el "tercer ejército" de la prensa (el primero siendo el federal, el segundo el zapatista), además de muchos mirones de allá y acullá. Ya tenía una proyección nacional, puesto que, antes de despedirse, el vocero del gobierno dijo a los periodistas, a manera de balance: "lo que pasa es que Chiapas es ya un laboratorio de la democratización de México".

Este diálogo se ahogó con la primera gran crisis del proceso de paz, el 23 de marzo. La generaron quienes decidieron inmolar a Colosio, sembrando la duda de que negociar con asesinos no tenía ni seriedad ni porvernir creíble.

El 20 de abril de 1994, el mediador D. Samuel logra desactivar la alerta roja del EZLN y reanuda con Camacho contactos en la Selva. Pasada la Convención de Aguascalientes en agosto, pero después de la renuncia de Camacho, crea la CONAI (Comisión Nacional de Intermediación) en octubre, con brillantes personalidades chiapanecas y nacionales de la Sociedad Civil, que unían la pluralidad de sus convicciones con la solidez maciza de su crédito moral, intelectual y popular. Luego del memorable ayuno de su Presidente en diciembre para romper la amenaza de espiral militar de las dos Partes, la Conai logra abrir el Diálogo de la Selva el 15 de enero de 1995. Sus tres actores fueron: el propio Secretario de Gobernación de entonces, Moctezuma Barragán, asistido de una subsecretaria; Marcos, asistido por un Comandante y un Mayor del EZLN; y D. Samuel, asistido por miembros de la Conai. Este diálogo fue tan sincero que hasta comieron todos en la misma mesa. Se consiguieron entonces dos compromisos: aquellos de mantener un diálogo EZLN - Secretario de Gobernación (es decir, a un nivel alto del ejecutivo) y de prolongar la tregua. Este diálogo efímero de unas tantas horas densas y promisorias, se rompió tres semanas después por incumplimiento de un tercer compromiso que era una nueva cita oficial en las cañadas, el 8 de febrero, para ajustar los términos de la segunda sesión del Diálogo de la Selva. En el lugar y la fecha en que el EZLN debía encontrar al vocero de Moctezuma, topó con el Ejército Federal con visos de romper la tregua, y escapó al monte. El 9 y el 10, el propio mensajero del Secretario Moctezuma Barragán, un asesor de la Conai, y casi 20 presuntos zapatistas caían presos; fue el primer desacierto trágico del ex-procurador Lozano Gracia, quien tenía también planeado el arresto (desbaratado -in extremis- por distinguidas celebridades morales del país) de un prominente artífice de los Diálogos. La crisis, de nueva cuenta, cancelaba el Diálogo.

Al percatarse que el EZLN no había roto la tregua, con todo y acecho militar o presuntos zapatistas presos, la Conai lanza el 17 de febrero de 1995 "Nueva iniciativa integral y de emergencia" luego aceptada por el EZLN y, algo más tarde por el Gobierno Federal, quien la fortalece el 11 de marzo con la famosa "Ley para el Diálogo". Con esta, entraba formalmente un cuarto actor: una representación con mandato del Poder Legislativo, la COCOPA, que se sumaba a las dos partes en conflicto, y la CONAI. Esta iniciativa, y la Ley han enmarcado hasta ahora el proceso de paz.

Se reunieron el 9 de abril en la Cañada selvática de San Miguel. Ahí se planeó el tercer espacio de negociación llamado Diálogo de San Andrés. Entre el 20 de abril de 1995 y el 12 de agosto de 1996, fueron 17 sesiones, atestiguadas por sus cinturones: militar, de la Cruz Roja, indígena, de la Sociedad Civil y la imprescindible prensa además de visitantes distinguidos. La delegación federal de este periodo fue conducida por el Lic. Bernal. El convenio era: que estos diálogos fueran continuos (un solo diálógo sin ruptura en varias sesiones), apegados a reglas mutuamente negociadas, una de las cuales siendo que las partes deben de contraer "compromisos vinculatorios", los que la Conai iría publicitando a medida que se concretizasen; que incluyeran "Mesas" temáticas, abiertas a invitados y asesores, para formalizar "acuerdos", firmados por las Partes. Varias tandas de Acuerdos fueron planeadas: Cultura y Derechos Indígenas, Justicia y Democracia, Bienestar y Desarrollo, Derechos de la Mujer, y otras con títulos provisionales y no desglosados todavía, hasta llegar a una distensión completa, precursora de la Paz debidamente sellada. Uno solo de ellos fue firmado, el de la Mesa I, el 16 de febrero de 1996, hace ya más de un año.

Dos crisis suspendieron este Diálogo. La primera en mayo de 1996 cuando los primeros zapatistas presos fueron sentenciados como terroristas, pues ¿qué Ley autoriza a un gobierno a negociar con bandidos?; la COCOPA supo dirimir el obstáculo y remodelizar la dinámica y las reglas del Diálogo para prevenir nuevas crisis. Sin embargo, otra estalló en septiembre del mismo año y dura todavía, pero sin romper el Diálogo puesto que COCOPA, CONAI y EZLN (sin la delegación federal) siguieron reuniéndose para resolver la crisis en tres largas Reuniones llamadas Tripartitas, del 15 de octubre al 10 de diciembre, con calendario abierto para 1997. Estas resolvieron dos problemas pendientes (liberación de zapatistas presos, y la integración de miembros y titulares de la COSEVER o Comisión de Seguimiento y Verificación de los Acuerdos con su instalación formal); los otros quedaron por verse (cese al hostigamiento militar y paramilitar, otro tipo de interlocución gubernamental más conforme a los Acuerdos de los Diálogos de la Selva con Moctezuma Barragán, y aplicación legislativa de los Acuerdos de la Mesa I sobre Cultura y Derechos Indígenas).

"La crisis dentro de la crisis" -la actual- nació el 11 de enero de 1997 en La Realidad, sede de una nueva cita tripartita. Allí, el EZLN estimó que las "observaciones" o "propuestas" del Gobierno Federal eran incompatibles con el texto de la reforma constitucional de la COCOPA, mismo que ratificaba. El larguísimo silencio de la Comisión legislativa que se retiró de allá sin pronunciarse, y las reticencias del Gobierno para cumplir con su palabra, dejan el Diálogo en la indefinición.

Una tercera vertiente de la misma crisis surgió agudizándola el 14 de febrero, fecha de la primera reunión operativa de la COSEVER, cuya misión legal es la de "dar seguimiento a los compromisos pactados" (art. 11). Sin que se sepa por qué, los tres zapatistas no llegaron; en respuesta, no sólo los tres miembros que representan la delegación del ejecutivo, sino también sus demás titulares e invitados, en bloque como si acataran consigna, declinaron asistir. Aquellos del EZLN entendieron que, por reciprocidad, los tres miembros de la Parte antagónica fuesen reportados faltantes, pero como había quórum y las condiciones reglamentarias para validarla, insistieron -en vano- para sesionar. Con esta defección oficial, que ofendía el principio de búsqueda de consensos, cedía el último eslabón del sistema legal de control de la crisis.

LA DINÁMICA DE LOS DIÁALOGOS: SUS ACTORES.

La calidad y el alcance de un diálogo no dependen solamente de su contenido sino también de quienes dialogan. Con qué intención y presupuesto, con qué opciones, a quienes se dirigen sus interlocutores o actores y en qué clima (por ejemplo, el tono o inflexión de las palabras y su autor importan tanto como lo que dicen). El Diálogo de San Andrés hizo un salto cualitativo en la Sesión 6 (5-11 de septiembre de 1995) cuando tres de sus actores (EZLN - COCOPA - CONAI) declararon juntos que este Dia'logo era parte del " Diálogo Nacional" para "la Reforma del Estado" y cuando el Presidente en turno de la COCOPA, el Dip. Martínez Veloz insistió en "la igualdad de las Partes" (en San Andrés 11, el 16 de febrero de 1996, en la firma del primer Acuerdo de Paz) como condición y garantía de su éxito.

La CONAI (Comisión Nacional de Intermediación)

La Mediación debe figurar primero porque ella inició el proceso. Ha tenido la parte más relevante en los Dia'logos, en todos los aspectos, incluidos los menos agradables, como fueron los ataques velados o abiertos que le lanzó repetidas veces el sector oficial. A ella se deben: la convocación a un Diálogo con la oferta de su mediación en plena tormenta, o sea, desde el primer día del conflicto armado; las sucesivas iniciativas que reactivaron los Diálogos después de cada crisis; y los hallazgos de las salidas honrosas que destrabaron los nudos del Diálogo de San Andrés, tarea en la que la COCOPA tomó su relevo a partir de las crisis de mayo y septiembre aunque, en esta última, la Mediación había trazado el camino con sus detenidos análisis de las cinco condiciones del EZLN, señalando salidas legales factibles.

Tiene un lugar privilegiado, porque, sin ella, los otros actores no pueden actuar, puesto que, en sendas ocasiones el EZLN repitió que no aceptaría otro vehículo de intercomunicación entre las Partes que el de la CONAI, condición que acató la delegación federal. Desde la promulgación de la Ley del 11 de marzo sobre el Diálgo, goza de otras ventajas: la primera fue la de haber sido señalada por la COCOPA como "la instancia de Mediación" que el texto legislativo no identificaba; y la segunda se deriva de la obligación de la COCOPA a coordinarse con ella (art.8). En el reglamento pactado por las Partes, ambas comparten la prerrogativa de decidir del porvenir del Diálogo (por ejemplo, su ruptura, cancelación o vigencia) y de publicitar los alcances de los Acuerdos.

Las opciones de la Mediación fueron clarificadas desde enero de 1994 y ratificadas por la CONAI, después de su formación: la Paz que se negocia va mucho más allá que la cesación de las hostilidades, no puede ser una rendición sino sólo una Paz verdadera con "Justicia y Dignidad" (lo que ratificará la Ley en su título0, conforme al horizonte del art. 2o. en sus incisos que, sin sus eufemismos diplomáticos, conllevan el involucrar a todos los actores concernidos por el conflicto, las garantías de convivencia democrática entre ellos después de la firma de Paz, la emergencia de nuevas fuerzas políticas, y el cese a la represiones ciegas, fuesen militares o de otra índole.

En sus propias palabras, atestiguadas por comunicados, su mediación se sitúa y legitima en la "Sociedad Civil" de la que pretende ser "la expresión". Su "neutralidad activa" no está cohibida por las posiciones de las Partes, entre las cuales no se coloca, sino por lo que resulte de su debate, es decir, por una posición que se adelanta más allá de ellas: en el producto esperado del Diálogo, la Paz con sus nombres concretos, es decir, transición a la Democracia, convivencia social de todos los actores, un "nuevo país" y una "nueva sociedad".

EL EZLN

Desde su primer comunicado (del 6 de enero de 1994), los zapatistas han definido el horizonte de su lucha como "la democracia", y su falta, como causa del conflicto, aunque los observadores superficiales hubiesen notado solamente sus diez primeros puntos llamados sociales. Luego, lo aclararon globalmente en cuatro "Declaraciones de la Selva".

En el "II Foro Especial" (una de las extensiones del Diálogo formal avalada por la COCOPA, entre las sesiones 14 y 15 de San Andrés, en julio de 1996), Marcos declaró que "la palabra más elocuente del EZLN ha sido su silencio". Tal vez sea el rasgo más distintivo del EZLN en los Diálogos: no expone planteaminetos ni posiciones, los recoge de la "Señora Sociedad Civil", dándole la voz y acatándola. Es la razón esencial de los Foros o Congresos peri-San Andrés a los cuales convocó, con una respuesta tan concurrida, pese a plazos angostos, que cobraron credibilidad y representatividad de fuerzas políticas hasta ahora silenciadas.

Al responder a la Iniciativa de la CONAI del 17 de febrero de 1995 (contestada por el Gobierno Federal con sus "Bases para el Diálogo" el 20 de marzo), Marcos precisó el proceso de Diálogo que desea el EZLN: "en tres etapas: diálogo, negociación y acuerdos" (Comunicado del 24 de marzo de 1995). La primera consta de escuchar a la sociedad civil e intercambiar propuestas que conducen a la segunda etapa, la de la negociación; esta es una prerrogativa del EZLN en su interlocución con el Gobierno; en la tercera -los Acuerdos- las Partes responden a las dos primeras con un compromiso ante la sociedad.

Pero la opción del EZLN en cuanto a esa interlocución, que se tornó compromiso en el Diálogo de la Selva del 15 de enero de 1995 con Moctezuma, es: "hasta donde sabíamos el Ejecutivo federal había designado a la Secretaría de Gobernación como su representante con el EZLN" (Comunicado del 5 de marzo de 1995). La renuncia de Moctezuma y su remplazo por Chuayffet no facilitó el cumplimiento de un Acuerdo anterior, el que el EZLN estima tiodavía vigente. Ante su incumplimiento, los zapatistas pacientaron hasta lo aguantable con la delegación que conducía Marco Antonio Bernal, hasta que su acatamiento mutuo se volviera una condición de la reanudación del Diálogo después de la crisis de septiembre de 1996.

LA REPRESENTACIÓN FEDERAL

Esta delegación del Gobierno Federal es la contraparte del EZLN en el Diálogo, y apunta -sin lograrlo hasta ahora del todo- a ser la voz del Poder Ejecutivo.

En los inicios, se reducía a una sola persona (cuando la Mediación también tenía la voz única de don Samuel), que fue primero el Comisionado para la Paz Manuel Camacho. Después de su renuncia, quedó unos días un "vocal" en la persona del Gobernador López Moreno, luego substituido por otro Comisionado, el Lic. Madrazo Cuéllar. Estos no tenían la representación de una Institución sino sólo la de una persona cuyos días estaban contados: el Presidente de la República, en aquel entonces Carlos Salinas.

Terminado el interreino, esta situación se subsanó en el Diálogo de la Selva (enero de 1995) con un interlocutor institucional, el propio Secretario de Gobernación, sin importar quien fuera su titular. Es la razón por la cual la COCOPA, a partir de la crisis de mayo, y más significativamente en la de septiembre, se dirigió en sendos viajes a Bucareli (sede de la Secretaría de Gobernación) para destrabar el Diálogo de San Andrés.

Este, por lo tanto, tuvo un vicio de origen que contribuyó a su erosión. En San Miguel y luego en San Andrés, el negociador no fue el Secretario de Gobernación, sino funcionarios subalternos: en un primer tiempo el Embajador Iruegas con ayudantes, y en un segundo una delegación conducida por Marco A. Bernal, cuya voz cantante fue la del Doctor del Valle y, a veces, la de Hiriales. Para complicar la situación, se les puso bajo la autoridad del Secretario Chuayffet, pero los nombraba el Presidente Zedillo sin que se definiera a quien obedecían. Ya lo había advertido Marcos: "les pedimos que hablen con el titular de la Secretaría de Gobernación para saber si hablando con él estamos hablando con el gobierno o con un grupo de poder dentro del gobierno" (24 de febrero de 1995). Con esta delegación, en la persona del General Angeles, estaba también el Ejército federal de tal forma que, dijo el EZLN, "no podemos estar dialogando con una parte del gobierno mientras la otra nos persigue y ataca. Preguntamos: ¿quién está al mando del gobierno federal? Saberlo para nosotros es importante porque nosotros estamos dispuestos a un Diálogo para una solución definitiva al conflicto y esto sólo será posible si hablan los máximos representantes de las partes en conflicto" (ibídem).

Estos problemas presentidos desde antes de iniciarse el Diálogo de San Andrés, explican su lentitud, algunas veces su indefinición, sus crisis, y sus pocos resultados, hasta que la COCOPA escogiera a otros interlocutores.

La COCOPA (Comisión de Concordia y Pacificación)

Cronológicamnete, es el último actor. Después del llamado golpe del 9 de febrero, se incomodó el Poder Legislativo, quien formó una comisión ad hoc, la cual logró del presidente una iniciativa de Ley para enmarcar soluciones políticas al conflicto. Esta Ley que fue promulgada el 11 de marzo de 1995, daba estatuto oficial y pautas a esta comisión: debía ser paritaria (4 legisladores por partido representado en la Cámara y el senado, más otros dos delegados: uno del Congreso Estatal y otro del Ejecutivo de Chiapas), decidir por consenso, y turnar por rotación su Presidente y su vocero. Estas condiciones transformaron a la Comisión (y a nuevos integrantes, elegidos por los partidos respectivos) en la COCOPA quien tiene ahora un mandato de Ley.

Le costó trabajo situarse. En un primer tiempo, su papel se redujo a administrar la logística de los Diálogos y presenciarlos sin que se definiera su papel específico. Pero en San Andrés II ante un impasse grave del Diálogo (mayo de 1995), conmina a las Partes a encontrar otra salida que la ruptura. En agosto, que era un receso, de los Diálogos, produce un documento que reivindica la reforma del Estado como tares específica del Poder Legislativo, incluyendo al EZLN en un "Diálogo Nacional", posición reafirmada ante la prensa en San Andrés 6 (septiembre).

Ulteriormente, en las Mesas temáticas y luego en los Foros tomó responsabilidades (coordinación de las Mesas, compromiso de transmitir las conclusiones de los Foros), y gestionó medidas correctivas de lo que interpretaba como una contaminación del Diálogo (las más relevantes fueron su intervención en la liberación de Yáñez y cuando la masacre de Nicolás Ruíz).

Estos éxitos le inspiraron el papel protagónico que desempeñó más tarde en las crisis de mayo y septiembre de 1996, formalizándose en el tipo de interlocución que dio su originalidad a las tres reuniones Tripartitas. Ahí, la COCOPA, al parecer, entendió que la eufémica "coadyuvancia" que preveía la Ley del 11 de marzo era en realidad la expresión de la división de poderes que equilibra al Ejecutivo con el Legislativo. De hecho, en Los Pinos y en Bucareli, actuó republicanamente, hablando respetuosa pero firmamente de poder a poder.

El 19 de diciembre de 1996, por circunstancias todavía no aclaradas, ocurrió algo que parece ser una ofensa a sus prerrogativas legislativas cuando aceptó un sobre sellado destinado al EZLN, a sabiendas de que contenía la respuesta del Ejecutivo a un texto cuyo autor era la propia COCOPA para convertir en leyes los Acuerdos de San Andrés. Hasta ahora, no ha encontrado cómo superar este descuido al que algunos dan una connotación de abdicación de su poder legislativo. Lo cierto es que "la crisis dentro de la crisis" ahí tiene su origen, y fue cuando la COCOPA pidió ayuda a la COSEVER!

La COSEVER (Comisión de Seguimiento y Verificación)

Esbozada por la iniciativa de la CONAI desde el 17 de febrero de 1995 y formalizada en los art. 10 y 11 de la Ley del 11 de marzo, esta no es un actor de los Diálogos (aun cuando sesiona "coincidentemente" con las reuniones de las Partes y "establece una clara y sólida viculación" con ellas) sino un instrumento para garantizar su aterrizaje concreto. "No es una instancia de negociación de los Acuerdos ni arbitraje sobre diferencias de interpretación de los Acuerdos", sino un organismo encargado de "impulsar" su cumplimiento y de publicar periódicamente sus alcances, sus resultados o de "promover la correción de sus eventuales desviaciones o retrasos".

Inactiva durante los Diálogos mientras no han producido Acuerdos, la COSEVER seguirá funcionando más allá de la negociación y de la firma esperada de la paz, porque su cometido es vigilar su cumplimiento o evitar su incumplimniento, es decir, prevenir o remediar las eventuales crisis de este largo proceso.

Para lograrlo, está integrada paritariamente: por Miembros (tres de cada lado que provienen ambos de las respectivas Partes) y Titulares (cinco para cada una de las Partes y sus suplentes) quienes gozan de voz y voto; por dos pares de Invitados Permanentes con voz y sin voto, y otros Transitorios -también paritarios (escogidos por su competencia personal en un tema específico); y dos Observadores con voz y sin voto (uno de la CONAI y otro de la COCOPA).

Sin embargo, todos ellos (fuera evidentemente de los miembros de las Partes representadas en ella), tienen la obligación de actuar y opinar con independencia de su invitante, ateniéndose sólamente a cuatro criterios que deben normar sus pronunciamientos o conductas que son: su "capacidad humana y autoridad moral", su implicación en "la relización de cambios profundos", su "autonomía" en relación al Gobierno o al EZLN, y su "credibilidad" personal. A ningún invitado (titular, permanente o transitorio) se le puede dictar línea y todos, pese a quien deban su nombramiento, tienen la obligación de tomar decisiones individuales (es decir, no como bloque institucional, sino como "conjunto de personas físicas"), y "preferentemente por consenso".

Resumiendo el Diálogo de San Andrés busca evitar la peligrosa polarización de los actores que tienen poder de decisión (las dos Partes: EZLN y Representación del Gobierno Federal) por mecanismos plurales de control (como la representación legislativa de la COCOPA, la mediación de la CONAI y el intrumento de verificación de la COSEVER). Estos parapetos evitaron hasta ahora la ruptura que victimó a los Diálogos anteriores, aquellos de Catedral y de la Selva que tronaron dramáticamente.

¿Y AHORA?

Si bien el Diálogo sigue en pie, ha sido lastimado por crisis recurrentes, cada vez más graves e inextricables. Todo trancurre como si una obscura táctica buscar dar vueltas sospechosas a sus parapetos de seguridad, contornándolos para esquivarlos, o dañarlos para evitar que encendieran sus luces preventivas. La primera víctima fue la CONAI, primera acusada, luego "achicada" y finalmente arrinconada a un lado. La segunda fue la COCOPA, que se debate entre las trabas que se siembran en su camino. La tercera fue la COSEVER, imposibilitada para ejercer su autonomía y operar. Por último, las reticencias oficiales a cumplir con lo firmado esterilizan el producto de los Diálogos. El plan parece maltratar el largo proceso de paz para que pudra en vez de madurar.

Sin embargo, hasta la fecha, ni el Diálogo ni la tregua se han roto y por tanto dejan todavía abiertos espacios angostos -oficiales y ciudadanos- para una salida política. Esta úiltima, como lo señaló enfáticamente la COCOPA, pasa por "el Diálogo Nacional para la Reforma del Estado", cuyo espacio más relevante ha sido San Andrés. Las fechas de aniversario que documenta esta reseña al reactivar la memoria colectiva recuerda que las crisis fueron superadas y por tanto son vencibles. Lo fueron por los hallazgos de la imaginación cívica de la sociedad, y también por los actores, hoy hostigados, que las resolvieron con iniciativas valerosas, muchas veces inspiradas por ella. No podrán repetir tales hazañas sin su apoyo creativo como contrapeso de las amenazas que padecen.

26 de febrero de 1997. Andres Aubry.